Presionado por Leocadia, Alonso intenta convencer a Catalina y a Adriano para que acepten al duque de Carvajal y Cifuentes como padrino de sus hijos, apartando los desplantes que el hombre ha podido hacer al joven padre.
Manuel llama al cuartelillo de Valverde de la Jara y se extraña de lo que escucha, así que decide poner el caso del robo a Toño en manos del sargento Burdina.